El tricampeón Alberto Contador 'muere matando' en el Tour

  • Pierre Rolland vence en Alpe d'Huez, por delante de Samuel Sanchez y Contador.
  • El de Pinto rompió la carrera a 90 km y en la subida final, sin éxito.
  • Andy Schleck, nuevo líder; pero Evans resiste y se jugarán el Tour este sábado.
El corredor español del Saxo Bank Sungard, Alberto Contador.
El corredor español del Saxo Bank Sungard, Alberto Contador.
Guillaume Horcajuelo / EFE
El corredor español del Saxo Bank Sungard, Alberto Contador.

El Tour de Francia, en un minuto. El guión soñado para un organizador. Pero también la consumación del final de un exitoso lustro para el ciclismo español, triunfante en París desde 2006 (Pereiro, Sastre y, en tres ocasiones, Alberto Contador). El luxemburgués Andy Schleck, que se vistió este viernes de líder en Alpe d'Huez, su hermano mayor Frank y el australiano Cadel Evans se jugarán este sábado la victoria final en los 42,5 km de la contrarreloj de Grenoble, en absoluto llanos. De la terna, el mejor contrarrelojista es Evans, que acaricia la posibilidad de ganar la carrera de sus sueños como en 2007, cuando Alberto Contador le dejó sin amarillo.

Eso será este sábado. Porque este viernes, en otra jornada apasionante de ciclismo, Contador quiso 'morir matando'. Un todo o nada. El de Pinto, tras su desfallecimiento a dos kilómetros del final en la etapa del Galibier, la de la exhibición de Andy con un ataque lejano en las rampas del Izoard, atacó recién iniciado el primero de los tres puertos del día, el Telegraphe, a más de 90 kilómetros para el final y con el Galibier, casi encadenado, aún por delante. Una 19.ª etapa corta, 110 kilómetros, que comenzó a animarse bien pronto. Y al final, ni sorpresa ni tampoco la etapa, un triunfo que no hubiera sido una recompensa baladí para un Contador que ha ganado todas las grandes vueltas que ha disputado desde 2007.

Sucedió que sin mirar atrás, sin pedir colaboración, el de Pinto se marchó con Andy y Frank Schleck, con un Cadel Evans que tardó en llegar pero llegó y el (hasta ahora) líder Thomas Voeckler. A buen ritmo, todavía en el Telegraphe, Contador primero reventó a Frank (hasta cierto punto sorprendente), después sacaría de punto a Voeckler (quien bastante venía aguantando) y acabaría dejando atrás a Cadel Evans, aunque por un problema mecánico del australiano que le obligó a parar dos veces y, finalmente, a cambiar de bicicleta.

Inteligente, Evans pensó que lo mejor era dejarse caer hasta el pelotón, que rodaba tirado por el Liquigas de Basso a más de un minuto y medio. Allí, donde ya se había acomodado Frank Schleck, se rearmó, protegido por sus compañeros del BMC. El líder Voeckler, quizá sabedor de que el amarillo se le iría sí o sí, apostó por seguir a su ritmo, llamando la atención de la cámara con aspavientos, gestos y un desarrollo, créanlo, más propio de velocista. Con todo, a plato grande, pedaleo feo, antiestético, Voeckler mantuvo medio minuto de desventaja sobre Contador y Andy Schleck, que para entonces ya estaban en el Galibier y habían alcanzado la fuga que encabezaba la carrera. Ciclismo de otra época en cuanto a la presentación, aunque con las diferencias más o menos constantes.

Andy pudo 'eliminar' a Evans

Andy tuvo la posibilidad de eliminar a Evans en su mano, pero apenas colaboró con Contador en el Galibier. Le falló la táctica. Le faltó la valentía del Izoard. El de Saxo Bank, claro, algo le tuvo que comentar y el luxemburgués tiró algo más, sí, tras el paso por Les Vemeys, allí donde las rampas del Galibier, aliñadas por la altura y el oxígeno que no abunda, más que serias son brutas. Pero no hubo convencimiento. Voeckler comenzó a ir a menos, de medio minuto a 50 segundos, y el pelotón de Evans a más, de casi dos minutos a poco más de uno.

Un movimiento del asturiano Samuel Sánchez (Euskaltel) relanzaría al grupito, que poco antes había cazado a Voeckler, y Evans, el supuesto chuparruedas, pasaría a tomar la responsabilidad en primera persona. Al paso por la cima del Galibier, en esta ocasión, y por motivo del centenario de los Alpes en el Tour, fijada en el túnel que evita unos cuántos porcentajes unos 100 metros por debajo de la cota fetén para los ciclistas (2.645 m), el grupo de Contador y Andy aventajaba a Cadel Evans en poco más de medio minuto. Para Voeckler, escoltado por hasta cuatro compañeros del Europcar, se acabó la historia. Como muestra, queda todo dicho con que el equipo decidiese que el galo Rolland, el gregario de lujo y nuevo mejor joven del Tour (y si lo permiten, la nueva enésima esperanza gala junto a Arnold Jeannesson, que menuda carrera está haciendo), siguiera con Evans.

Grupo unido tras el Galibier

El largo descenso del Galibier, tan interminable como hermoso para el cicloturista, deparó que la cabeza de carrera y el grupo perseguidor se unieran. Parón. Casi en el inicio de Alpe d'Huez, la montaña de los holandeses (la herencia de los éxistos de los Kuiper, los Theunisse, los Zoetemelk y los Winnen, aunque casi hayan ganado más italianos), acabo llegando el grupo del líder, que había rodado con dos minutos de retraso.

Y en las primeras rampas, tras un extraño movimiento táctico del Leopard que cortó a sus dos líderes (los Schleck, claro) ¡zas!, demarraje de Alberto Contador, tímidamente respondido por Andy Schleck y el controlador Cadel Evans. No tardó mucho el de Pinto en liderar la carrera, ganando progresivamente tiempo sobre el resto de corredores… salvo Rolland, que había iniciado la subida destacado tras un ataque cercano al pie de puerto y se mantenía cerca (una veintena de segundos) del triganador del Tour.

Baja el ritmo

Dado el marcaje de Evans a los Schleck, con Andy intentando negociar y Cadel negando con la cabeza, el grupo de ilustres registró varios movimientos, señal de que el ritmo bajó. Que si Velits, que si Cunego (¿el retorno de Damiano?). Uno de Samuel Sánchez le vino de perlas a Pierre Rolland, porque se puso a rueda del asturiano y el corredor del Euskaltel le acabo haciendo la subida, alcanzando a 2,5 km del final un Contador que notaba el tute de la jornada y el excesivo calor de la afición. Alguno, vestido de médico, con más ganas de provocar que de animar, se ganó un manotazo.

Así fue que Rolland se marchó en solitario y se convirtió en el segundo francés que gana en Alpe (el otro, ahí es nada, Hinault; en 1986, Samu reaccionó tarde para acabar segundo otra vez en Alpe d'Huez y dejar a su amigo, a su aliado en los descensos, sin un triunfo de etapa que le recuerde en el historial de 2011. Porque el podio está difícil (Contador es sexto, a 3 minutos 55 segundos del líder y con casi tres sobre el tercer cajón del podio). "Me daba igual todo; lo pensé el jueves según pasé la meta, que me daba igual ser quinto que el 24.º", indicaba Contador en meta. Un etapón de todos.

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